Luis Alberto Moreno

LUIS ALBERTO MORENO (23/3/69)
Por Gonzalo Yuste,
CEO y Co-fundador de The Seëlk
Cuando le conocí en 2001 trabajando en una gran consultora, me pareció un tío inteligente, directo, carismático, y con un temperamento que como jefe le hacía temible, pero como mentor insuperable. Y además conducía un precioso deportivo rojo. Venía a ser el prototipo de lo que cualquier veinteañero pretencioso recién salido de la facultad (como era yo) consideraría un triunfador.
Después le perdí la pista durante 15 años, hasta que nuestros caminos, vía The Seëlk, se volvieron a cruzar en 2019. Durante esos años le despidieron de esa gran consultora en los recortes de la crisis de 2008, lo que aprovechó para montar, con dos socios, una consultora donde hoy trabajan más de 2.000 personas. También había cambiado el deportivo por un discreto familiar negro. Todo lo bueno que conocí a principios de los 2000 seguía ahí, pero noté en seguida en él una calma y una sabiduría que le daban una dimensión mucho más profunda.
A medida que le he ido escrutando estos últimos años (tengo afán por conocer los patrones y rutinas de la gente a la que admiro) he ido descubriendo un hombre plenamente feliz, que además de disfrutar de lo que tiene, tiene como misión seguir aprendiendo y ayudar a los demás. Y todo eso le convierte en una de las personas más fascinantes que conozco. Luis Alberto hoy es lo que cualquier cuarentón que ha sufrido algunos reveses vitales (como yo) consideraría un triunfador.
DEPORTE
Nunca me había gustado el deporte, y no hacía absolutamente nada, pero empecé a correr hace unos diez años para controlar mi peso, porque lo que sí me gusta, y mucho, es el dulce y las cervecitas.
Como no soy un tío que corra rápido, desde el principio tuve claro que los retos iban a venir de correr cada vez más distancia, así que en muy poco tiempo hice mi primera media maratón, y a partir de ahí estaba delante el reto de la maratón.
Para la primera me fui a Washington, donde se corre la maratón de los Marines, que para un tío tan militar como yo fue increíble. Sufrí muchísimo, y entré andando con unos dolores horribles… pero llegué. Cuando en la meta un marine me puso la medalla, y me dijo “Well done, sir”, me eché a llorar como un crío pequeño. Desde entonces corro, o mejor dicho me arrastro por maratones y medias maratones con cierta regularidad.
Me sorprende la facilidad con la que empezaste a correr una media maratón… Yo llegué a correr hace años 50/60km a la semana y nunca me planté hacerla porque me parecía imposible.
Todo el mundo que corre te dirá que la media maratón (21km) es una distancia que se disfruta, y es accesible. Ten cuenta que las tiradas más largas para entrenarla son de 16km, y el día de la carrera, con el punto extra de motivación, se llega perfectamente, que no sin problema.
La maratón es otra cosa. Se sufre, y mucho, a no ser que seas muy pro, pero la sensación, cuando llegas a la meta, es impagable. Siempre que llegas te dices que es la última, y que te vas a dedicar a las medias, y en dos días estás pensando cuál es la siguiente.
También me da por pensar en correr más distancia, puesto que siempre estoy con la cabeza pensando cual es el siguiente reto. Hice la desértica de la Legión en Almería, que son 70 kms, y sufrí mucho pero disfruté más. Tengo un par más en la cabeza. Ya te iré contando.
PATRONES DE ÉXITO
Eres un tío ordenado y puntual a niveles enfermizos. Entiendo que tendrás muchas rutinas…
Soy ingeniero de formación y de espíritu. Ordenado hasta lo enfermizo. Cosas como llevar los billetes colocados igual, y ordenados por valor y por el momento en que han entrado en la cartera.
Más allá de eso, no soy muy de rutinas, porque uno de mis defectos es que me falta constancia en las tareas. Lo que sí he sido siempre es de buscar siempre como mejorar. Soy poco complaciente conmigo mismo, tengo muchas imperfecciones y disfruto trabajando para mejorarlas.
Esto que dices me retrotrae a cuando te conocí en 2001. Entre otras cosas, se veía que eras un tío ambicioso.
Sí, pero tú dices ambicioso, y yo, automáticamente, pienso en alguien obsesionado con el dinero, lo material, el reconocimiento del vecino. Creo que me define más la palabra “exigente”, tanto conmigo como con los otros. Pero, quizás por mi auto exigencia y aunque suene paradójico, considero que me debería auto exigir mucho más.
La parte negativa de la autoexigencia es que cuando las cosas no salen como quieres, suele aparecer la frustración y la voz destructiva de la autocrítica. No parece que haya sido tu caso.
La autoexigencia es muy destructiva si no va unida a la aceptación y a disfrutar lo que haces. La clave es siempre auto exigirte, pero siendo consciente de todo lo que tienes, disfrutándolo al máximo. Para mí es lo más importante, y lo más difícil a la vez, y esto, cómo todo, se entrena.
En esto ha sido clave Elena, mi mujer; con ella he aprendido a disfrutar mucho más de las cosas. También me ha ayudado con la humildad, porque para cualquiera que nos conoce a los dos, yo soy el marido de Elena Tedín. Brilla siempre mucho más que yo, y es natural, porque es estupenda.
Esto de la “aceptación”, es un concepto que me interesa mucho en los últimos meses. Lo recalca Gonzalo Rodríguez Fraile, el fundador de A&G Banca Privada, en varios de los videos de su canal y en su libro, que me acabo de terminar. Explícame qué significa para ti.
Pues, cómo casi todo en la vida, es muy sencillo. Básicamente es entender que hay cosas que no puedes cambiar, y no amargarte por eso. Céntrate en lo que puedes cambiar, y para el resto, sonreír mucho y no amargarse. Una vez tuve un cliente que decía que un problema que no podemos solucionar, no es un problema. Forma parte del entorno, y por tanto tenemos que adaptarnos y seguir adelante. Me gustó y lo incorporé a mi filosofía de vida.
Tu caso me fascina porque en tu mente no hay ruido, separas con precisión el grano de la paja cuando afrontas los asuntos, y ahora me hablas de la aceptación… Tu mente es como un jardín zen. La gente suele llegar a ese nivel de comprensión tras una búsqueda personal activa, leyendo filosofía o a los místicos, en retiros de silencio, o meditando… Y tú has llegado ahí sin hacer nada de eso.
¿Pero qué puedes hacer? ¡Es que no queda otra que aceptar! Yo tengo claro que aceptar ayuda muchísimo. Yo, por ejemplo, en mi vida profesional me he pasado toda la vida – y tú me has conocido en tus inicios – mandando y diciéndole a la gente qué, cómo y cuándo tenía que hacer las cosas. Y me ha ido muy bien. Ahora en cambio sólo se lo digo a mis hijas pequeñas. La vida cambia, acéptalo. Yo no sólo lo acepto, sino que lo disfruto. Cuando ves que hay otros por detrás que vienen con fuerza, que proponen mejores ideas que las que propones tú, y que lo hacen mejor que tú, hay que saber dar un paso al lado y buscar otros retos a los que dedicarte, y que te levanten de la cama por las mañanas. Lo que no se puede perder nunca son las ganas de hacer cosas que te parezcan difíciles, y que te den miedoSoy un firme defensor de que todo en la vida es mucho más sencillo de lo que creemos. Sin duda, como dice siempre un buen amigo, el sentido común es el menos común de los sentidos. Muchas veces nos dejamos llevar por las estupideces del ego, dando importancia a nuestra tarjetas de visita, a lo que tenemos… No hay que olvidar que no eres nadie, así que deja de preocuparte por chorradas, y disfruta de lo que tienes, de tu familia, de tus amigos, de tu trabajo… “¡Es que no me gusta mi trabajo!” ¡Pues cámbialo o acéptalo, pero no te quejes!
El sentido común lo tienes desde el primer día que te conozco, pero te recuerdo por entonces como un tío mucho más encabronado que ahora.
Bueno, todavía tengo la mecha muy corta y salto con facilidad. Pero sí, es verdad, vivía más encabronado hace años, porque por entonces yo era mucho más agresivo. La historia de eso es curiosa…. En mis años de juventud, quizá porque tenía un padre muy autoritario, esquivaba siempre el conflicto. De hecho cuando empecé a trabajar, recuerdo – y esto te va a sorprender – una bronca de mi responsable porque no había tenido el valor de decirle a un tío que su trabajo había sido malo. Cuando me cambié de empresa y empecé a trabajar en consultoría me di cuenta que si seguía así me iban a comer, así que dije “¿Esto va de agresividad?… pues adaptarse o cambiar de sector”. Y descubrí que me gusta mucho discrepar y discutir.
Eso con el tiempo se fue modulando, pero es verdad que no tengo ningún problema con el conflicto. Al contrario, es muy sano y en la empresa que montamos después, hemos promovido la cultura de confrontar ideas. Yo he tenido con mis socios broncas monumentales, pero al día siguiente llegabas y te ibas a tomar café, tan amigos. Lo importante es que la discusión sea por intentar sacar el mejor resultado, no para demostrar que eres más listo, mandas más o tienes el ego más grande. El conflicto es productivo, siempre que entiendas que no es nada personal, sino para sacar adelante la mejor idea posible. Por desgracia mucha gente no lo entiende así, y de ahí vienen muchos líos.
En linea con esto, hace poco leí el libro Invicto de Marcos Vázquez, que por cierto me gustó mucho, y entre otras cosas decía que cuando alguien te hace algo, no suele ser a propósito. Suele ser o por ignorancia, o por incompetencia, y tiene toda la razón. Por eso no hay que tomarse las cosas tan a pecho.
En resumen, qué con los años me he relajado y ladro mucho menos, porque he entendido que la vida es más fácil desde el “tú y yo” que desde el “tú o yo”.
Otro tema que me interesa: la autoestima. No sé cómo habrá sido tu camino, pero entiendo que un tío como tú, que ha tenido tanto éxito profesional, la tiene en máximos.
Pues mira, yo creo que no. Siempre me preocupa cómo me juzgan los demás, lo que tiene muy poco sentido. Y eso que tengo a Benito, mi socio, al lado, que se cayó en la marmita de la autoconfianza de pequeño, tipo Obelix, y eso le da una inmensa fortaleza. A él le da absolutamente igual como le juzguen otros, y me da mucha envidia, porque te quitas presión de encima.
De todas formas, respecto a lo del éxito… Es una cosa tan relativa. ¿Qué es el éxito? ¿Cómo definirías el éxito?
La consecución de tus objetivos. Y echando la vista atrás, yo diría que tú has conseguido muchos de los que hayas podido tener en tu vida.
Sin duda. Hoy estoy en un sitio donde no habría soñado estar, a nivel material y sobre todo a nivel inmaterial. Tengo una mujer estupenda, que no me merezco, pero está bien mientras ella no se dé cuenta. Tengo cuatro hijas fantásticas, unos amigos estupendos, tengo tiempo para hacer lo que me gusta… No sé qué más se podría pedir. Vamos, que no sé si soy una persona de éxito, pero lo que soy es una persona muy feliz, que para mí es mucho más importante.
La gente que está ahí, en el vértice de la pirámide de Maslow, suele dedicar buena parte de su tiempo y sus recursos a ayudar a otros. Es tu caso, de hecho hace años comenzaste a ejercer de coach sin ánimo de lucro, y yo tuve la gran suerte de ser uno de tus coachees.
Lo de “dar” debería ser siempre. El otro día hablaba con una persona que me decía que para ella la trascendencia sería tener una calle a su nombre… ¿Y yo pensé “para qué”? Yo lo que quiero es contribuir a hacer que la vida de algunas personas sea un poco mejor que si yo no hubiera pasado por allí. Que el saldo de lo que he aportado menos lo que he restado, que también hay de eso, sea positivo.
Mi mujer siempre me dice que hago míos los problemas de todo el mundo que me rodea, y no le falta razón. Si me aparece alguien con un problema, tengo tendencia a ponerme a buscar soluciones. De unir esas dos cosas es de lo que surge esto del coaching.

EMPRENDIMIENTO
Emprender es estar siempre al borde del mal llamado fracaso, y ahí entra el miedo en escena. Cuéntame del miedo.
Lo de mi emprendimiento vino por circunstancias, no por vocación. Mis padres tenían pequeños negocios, y yo había tenido siempre claro que no quería emprender, porque siempre he tenido la imagen de mis padres pasándolo mal para sacar adelante las cosas. Así que yo decía, “nómina, y que se quede otro sin dormir”.
Y ese era el plan, hasta que siendo socio en una gran consultora americana, se cae Lehman Brothers y me despiden, estando mi mujer embarazada de seis meses. Te puedes imaginar que en ese momento en España no había mucha oferta de puestos de directivo en el nivel salarial que yo tenía. Ahí pasé miedo.
Un antiguo jefe, en un gesto que nunca olvidaré, me ofreció trabajo, con un sueldo similar al que tenía, pero para hacer un trabajo que no me gustaba. Lo valoré, y preferí montar Nfq (una consultora que al principio estaba especializada en banca) junto a dos socios.
Es verdad que hubo momentos muy complicados, pero teníamos claro lo que queríamos hacer, y sobre todo lo que no queríamos hacer. Ha sido un camino increíble, que hemos vivido con muchísima intensidad. Creo que hemos construido algo diferente, pensando siempre en la empresa en la que nos hubiera gustado trabajar, y la que habríamos querido como clientes. Por supuesto hubo momentos difíciles, porque hemos quemado etapas muy rápido, pero estamos muy orgullosos de lo que hemos construido juntos.
De hecho, la empresa sigue creciendo a buen ritmo, conmigo viendo los toros desde la barrera, pero con un equipo absolutamente impresionante que está haciendo mucho mejor trabajo del que podría hacer yo si siguiera con ellos.
Sin duda lo de emprender es duro, pero, al mismo tiempo – y eso es algo que hemos hablado tú y yo porque lo has vivido igual en The Seëlk – es una época muy bonita y un aprendizaje impagable. No tienes otro tema de conversación porque estás obsesionado con tu negocio, lo vives con una enorme pasión, le pones todo tu tiempo, en cuerpo y alma. Un negocio tiene que ser rentable y darte para vivir, obviamente, pero si vas a montar un negocio sólo por dinero, para pegar el pelotazo, mejor no lo hagas.
MODA
Te recuerdo cuando te conocí vestido de traje siempre impecablemente. Y eres un tío que nunca mete la pata vistiendo, pero no te tengo por un tio interesado en temas de moda.
Totalmente. Es cierto que por mi complexión los trajes me quedan bien, pero no me considero alguien con estilo. Lo que busco ante todo es no desentonar, no me la juego con los tonos, con los diseños, porque soy consciente de que tengo muchas limitaciones en ese tema. Lo que sí hago es fijarme en detalles o formas de combinar prendas de gente que conozco y considero elegante, como Enrique Solís o como tú, pero sin más, porque no es un tema que me interese mucho.
Eres un gran consumidor de prendas de The Seëlk. ¿Qué te gusta de nuestra marca?
Vuestra propuesta va en línea con una idea de la que yo estoy cada vez más convencido: lo sensato es comprar lo necesario para ir bien en cada ocasión, en lugar de tener mucho de todo. Yo, que vivo con 5 mujeres y las oigo decir “Es que este año se lleva el pantalón no sé cuantos”, siempre pienso “¿Y el año que viene qué hacemos? ¿Lo tiramos? ¿Hay que volver a comprar toda la ropa?”. Es algo que no entiendo, y me preocupa, la verdad.
El traje de baño de The Seëlk me lo pongo hoy, me lo podía haber puesto hace 20 años y me lo voy a poder poner en otros 20. El pantalón gris de vestir, me lo pongo con americana azul, pero también me lo he puesto simplemente con un polo y funciona. Me gustan muchas prendas, pero la que más, y no voy a ser nada original, es el polo de manga larga. Es el polo más bonito que he visto nunca, me gustan todos, incluso los colores menos habituales.
Pero más allá de las prendas, como te decía antes, me enamora el concepto. La atemporalidad, la facilidad con la que puedo, con pocas prendas, generar distintos looks que funcionan, a veces más casual otra más formal…
Y yo, que llevo tiempo cerca de la marca, sé que el concepto no ha variado un ápice desde el inicio. Pero quizás faltaba explicarlo mejor, y darle la importancia que siempre ha tenido. El nombre que le habéis puesto de “el armario inteligente” me parece la leche, es imposible resumir mejor y de forma más atractiva vuestro modelo.
LIBROS
Disfruto tanto leyendo que tengo un momento de bajón cada vez que termino un libro. Es como si te despidieras de un amigo, te queda un vacío. Cuando lees puedes estar navegando en un galeón español camino de América o metido en el Berlín de la posguerra. A mis hijas intento transmitirles esta pasión, por ahora con poco éxito, y me da mucha pena, porque creo que se pierden algo increíble.
Antes leía mucho sobre liderazgo y sobre todo gestión del tiempo, porque siempre he sido muy procrastinador y poco constante. Ahora en cambio leo mucha novela, especialmente novela negra. Hay algunas series de novelas con las que he disfrutado mucho “Bevilacqua y Chamorro” de Lorenzo Silva, Montalbano, de Andrea Camilleri, Y Kenzie y Gennaro de Dennis Lehane. Sólo con esto tienes unos cientos de horas para disfrutar como un salvaje.
Y luego tengo la tara de que como me interesa casi todo, leo mucho ensayo de temas diversos, desde geopolítica a astronomía, historia o el funcionamiento del tráfico. Últimamente me interesa mucho todo lo relacionado con la inteligencia artificial. Saber cómo funciona y cómo aprende una máquina, me parece magia. Suelo buscar libros para entender, pero mi socio siempre me dice que de estos temas el conocimiento ya no está en los libros, y hay que buscarlo de otra manera.
VIAJES
Viajar debería ser casi obligatorio, cada uno en base a sus posibilidades. Salir te abre la cabeza, y te permite entender que la gente puede pensar de manera muy diferente a tí, sin estar necesariamente equivocada. Es especialmente importante con la gente joven, que desde pequeños tienen que ser consciente lo grande que es el mundo en el que viven, y en el que competirán en un futuro.
Respecto a viajes que me hayan gustado especialmente, por hablar de los últimos, este año he tenido la inmensa suerte de ir a Israel y a Jordania con mi mujer, y a Japón con mi hija mayor, en un viaje que llevábamos planificando desde antes de la pandemia. Sitios increíbles, que hemos disfrutado muchísimo desde la etapa de preparación, que para nosotros es tanto o más relevante que el viaje en sí.
Y de todos los sitios que he visitado, ha habido dos sitios donde me planteé seriamente en su día irme a vivir. Tanto Australia como Sudáfrica me parecieron impresionantes, especialmente por su gente.